El
turismo después de la pandemia
“Esto no es solo una crisis de la salud
pública, sino de todos los sectores” Tedros Adhanom Ghebreyesus. Director General de la OMS.
En esta segunda década del siglo XXI, marcada por la crisis económica que
se inicia en el 2008 y es cerrada por el coronavirus, al turismo le ha tocado
navegar en la tormenta de los cambios y adaptaciones, desde la emergencia de la
economía colaborativa la quiebra de las principales empresas lowcost de Europa.
La emergencia de la turismofobia a la tormenta perfecta que se da este
año en Canarias, una mega tormenta de arena, la calima, temblores de tierra y
la emergencia del coronavirus, al turismo se le da de ensayar respuestas rápidas
a grandes contingentes de viajeros parados, desesperados y angustiados por algo
inexplicable, pero real.
La reducción del turismo al viaje y alojamiento es una típica
simplificación heredada de las visiones economicistas de la segunda parte del
siglo XX, cuando comienza el turismo de masas y esto pasó a formar parte del
comercio internacional, un tema que aún está vigente en quienes consideran al
turismo como algo internacional, desconociendo que el mayor movimiento de
viajeros en el mundo lo genera el turismo interior.
Esto no quita el peso económico del turismo, consecuencia de una profunda
transformación de la sociedad estática en una dinámica, cuyo principal elemento
de felicidad, estatus o placer lo generan los viajes.
Por ello, el eje de los estudios del turismo más allá del negocio, no
desdeñable, es entender a las sociedades y sus intereses, fantasías, imaginarios
y metas en un mundo hoy competitivo e individualista, donde la clasificación
social la autogenera el sujeto a partir de las diferentes formas de
representación que adopta.
Hoy el mundo enfrenta a dos grandes movimientos de población, por un lado
el de los viajeros del placer, que se les denomina turistas, excursionistas o
visitantes con diferentes sentidos y, el otro, es el de los viajeros por
necesidad, que se les denomina inmigrantes, invasores, manifestantes y muchos
nombres más que nacen del rechazo de ciertas sociedades a estos movimiento que
un siglo atrás sirvieron para poblar a América y, a la par, para colonizar y
explotar África, entre los territorios más importantes.
La promoción del mercado global asumía que mucha gente debía viajar por
negocios, oficios y profesiones y ello ayudó a ampliar el grupo de viajeros, y
con ello la magnitud de las grandes empresas que hacían posible la
conectividad, un elemento central en la sociedad global.
Pero como una especie de burla de la historia, los últimos que entraron
al comercio mundial, como es el caso de China, hoy defienden esa globalización
mientras sus promotores, Estados Unidos y su aliado directo Gran Bretaña, se
abren y dejan solo al proyecto, lo cual condena al ocaso al modelo globalista.
Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, ante la situación actual
ratifica una frase difícil de dar, aunque hay quienes tienen la estatura moral
y los conocimientos para hacerlas, y ésta está en un artículo que se publicó
hace pocos meses titulado: “El fin del neoliberalismo y el renacimiento de la
historia”.
La fecha trágica del 11 de septiembre del 2001 ha quedado grabada en la
historia moderna por el Acta Patriótica que suspendía los derechos de los
ciudadanos en Estados Unidos, algo que aún perdura pese a que se lo intentó
borrar y cuya muestra es, trágicamente, Guantánamo.
De allí que ahora, los diferentes modelos que los Estados aplican para
controlar la pandemia y limitar el movimiento de la sociedad, son un ejercicio
de control masivo, que puede quedar como ejemplo para nuevas situaciones o como
antecedente para nuevas legislaciones en un mundo camino a la pérdida masiva de
empleos y donde la pobreza es el común denominador de los países pobres y
ricos.
El trabajo desde la casa es también un ejercicio para los futuros
precaristas que tendrán que aprender a sobrevivir ante las nuevas
transformaciones de la sociedad en esta cuarta revolución industrial, al igual
que los niños y jóvenes que toman lo cursos a través de plataformas, se
anticipan al futuro de la educación, en una sociedad donde el Estado tiende a
reducirse.
Y el turismo, ¿seguirá igual? La tendencia es que esta nueva situación de
la pandemia y su consecuencia, la crisis económica global, van a incidir
ampliamente en las transformaciones del turismo.
¿Cómo evitar que el crucero del placer se transforme nuevamente en el
barco del terror?, algo que mucha gente no olvidará, incluyendo los puertos que
los trataron como un peligro para su sociedad y les negaron el acceso al mismo.
¿Cómo se tratará el tema de salud en cruceros que cada vez llevan más
pasajeros? y, por ende, más empleados. ¿Qué papel jugará la salud, con qué
infraestructura deberán contar para enfrentar los “nuevos costos” de los seguros
médicos del transporte masivo?
El ocaso de la globalización y la emergencia de los nacionalismos y
regionalismos incidirán directamente en el turismo, que durante décadas fue
ampliando el mapa de la reducción de restricciones de visas y otros permisos
para dar acceso a los visitantes. ¿Volverán las visas? En formas diferentes, en
procesos on line, pero con mayor
información para un control más estricto de los nuevos “terroristas”, los
potenciales portadores de enfermedades que están volviendo como pestes en un
mundo que pensaba ya las había erradicado, desde el dengue al sarampión.
Hoy los turistas y los países que
aún los alojan deberán pensaren el costo de moverlos, sacarlos o cuidarlos y ¿quién
lo asume?, ¿cuáles son los límites de las acciones y responsabilidades de los Estados
de los países receptores?, algo que en Europa se ha quebrado luego del Brexit,
con los turistas residenciales ingleses, principalmente en España y Portugal.
El turismo se expande también en sectores que se auto definen como
exóticos, ¿serán estos lugares aislados y mucho menos desarrollados, lugares
“seguros” para el turista post pandemia o, por oposición, se transformarán en
lugares exclusivos para turistas de altos ingresos, que garantizan su seguridad
en diferentes niveles con mayor desembolso para los viajes?
Ver al Embajador de Canadá y al Presidente de Estados Unidos pedirles a
sus connacionales que regresen no es un tema menor, ratifica la visión errada,
racista y superficial de los países “desarrollados”, que tienen el mayor número
de contagiados con el Coronavirus y muertos y, a su vez, alegan tener mejores
sistemas de salud públicos, porque privados sobran.
Las líneas aéreas tendrán que redefinir reglas, ya en Europa no aceptaron
el regreso del costo del viaje o pagar las grandes demoras o cambios de vuelos
y categorías, seguros y contratos de viaje serán revisados y replanteados para
enfrentar algo que puede repetirse y cuyo costo aún se está estimando, pero
siempre como una tragedia económica, la contracara de la pandemia.
El turismo tiene varios pisos diferenciados de actividades, desde las más
importantes como el transporte a las menos como las artesanías, todo esto según
el catálogo que anualmente reportan las cuentas satélites, de allí que el
impacto económico de esta crisis que viene barrerá con los negocios menos
consolidados y dejará endeudados a los que sobrevivan, lo cual a su vez, se
transformará en nuevas estrategias para un nuevo mercado, que inicialmente será
más fuerte con el turismo nacional en muchos países, mientras se recupera el
internacional y sus viajeros a consecuencia de la crisis mundial inevitable.
La diferente estrategia de los países basada en sus ideas y sus capacidades
financieras pueden ahondar las diferencias que hoy existen entre países
emisores y receptores, que teóricamente resultaría en un abaratamiento de los
viajes y las estadías o, todo lo contrario, si la opción para la recuperación
pasa por un nivel menos masivo y de mayor consumo.
En medio de éstos, el alojamiento no regulado por lógica tenderá a
crecer, por ser más competitivo a la vez que regido por regulaciones mínimas y
esto se puede hacer extensivo a toda la economía colaborativa desde comidas, autos,
guías, espacios de ocio y otros.
El turismo de la post-pandemia tendrá diferentes prioridades, más si le
tocó vivir momentos difíciles como los que demoraron el regreso a sus países de
origen, desde las líneas aéreas y sus nuevas reglas a los demás servicios y los
nuevos escenarios.
Hemos pasado del enemigo visible: inseguridad y terrorismo a uno nuevo,
no perceptible, pero eso no lo hace menos peligroso, ya que la pandemia se
extendió a través del tráfico comercial de personas y el modelo se puede repetir.
La seguridad de los aeropuertos será diferente, más agresiva en términos
individuales, con controles de salud más estrictos, ya lo está implementando
China y podrá seguir por largo tiempo y hasta hacerse cotidianidad.
Estos cambios hoy planteados son en la superficie, aún faltan los más
profundos, los que están dentro de los viajeros, sus nuevos imaginarios y sus potenciales
fobias, un tema a bordar en el mediano plazo. alfredocesar7@yahoo.com.mx
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