Barcelona, más que una ciudad.
Jorge Posdeley.
Periodista.. (Nota Diario El Territorio.. Domingo 16 de Diciembre de 2018)
Estar en Barcelona es como viajar a varias ciudades a la vez. Su diversidad cultural y urbanística la constituyen en un destino altamente recomendable para estadías largas.
Con una población superior al millón y medio de personas, Barcelona es la segunda ciudad más grande de España, solamente por detrás de Madrid. Sin embargo, la tierra de los catalanes está lejos de ser una metrópoli frenética como las grandes urbes del mundo. Su orden y su limpieza son dos de sus principales características.
Pero, sin lugar a dudas, la diversidad es su punto fuerte. Barcelona tiene la capacidad de conjugar a la perfección la historia con la modernidad y las grandes obras arquitectónicas con espectaculares paisajes naturales.
En la parte administrativa, sus amplias avenidas con plazoletas repletas de árboles y bicisendas con intenso movimiento la distinguen, como así también el respeto tanto de los automovilistas como de los peatones para con las normas de tránsito y la puntualidad de su servicio de transporte público.
Si necesitan de un respiro, lo tendrán y de sobra al recorrer la montaña de Montjuic. El imponente palacio construido en su cumbre se apodera de todas las fotos. Si necesitan acción, el Camp Nou. Si el equipo de Messi no juega, no se pierdan la posibilidad de por lo menos recorrer el estadio y su moderno museo.
Caminar por esta zona de Barcelona tiene algo imposible de lograr en otras ciudades del mundo y es que a pocas cuadras de diferencia se puede encontrar cada una de las imponentes obras de Antoni Gaudí, arquitecto español y máximo representante del modernismo catalán, conocido mundialmente por su gran capacidad imaginativa para concebir edificios de una forma global, atendiendo tanto a las soluciones estructurales como a las funcionales y decorativas.
Entre sus tantas obras se destacan la Casa Batlló, la Casa Milá, el Park Güell. Pero su máxima creación supera todo lo visto anteriormente: La Sagrada Familia, quizás la basílica más conocida en el mundo. Para tener idea, sólo basta pensar que empezó a construirse en 1882 y aún no está culminada.
Luego de recorrer esto, es imperdonable no recorrer el emblemático paseo La Rambla, que arranca en la plaza Cataluña y culmina un kilómetro después en el puerto antiguo. A partir de ahí se puede visitar museos, palacios, mercados o adentrarse en los pequeños pasillos que conducen al barrio Gótico, el núcleo más antiguo de la ciudad. Un verdadero viaje en el tiempo.
Aquí también se pueden encontrar varios monumentos históricos o sitios de interés como la Plaza Real y la imponente Catedral de Barcelona. Otra característica del Barrio Gótico son plazas y tabernas en las cuales se puede disfrutar de unas ricas tapas y unas refrescantes cañitas (cervezas).
Por último y no menos importante: sus playas. Tras recorrer el casco histórico de Barcelona, nada mejor que conocer La Barcelona, uno de los barrios más populares de la ciudad, y luego disfrutar del mar Mediterráneo en alguna de sus playas con una importante ventaja para los visitantes: en verano recién oscurece después de las 21.
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