Ilusión
y ficción ¿cuál es la realidad?
“La ficción nos
la hacemos nosotros a nuestra medida.” Gilbert Keith Chesterton
Alfredo César Dachary
Los grandes cambios
tecnológicos, desde el paso a la sociedad digital, han alterado de tal manera a
la sociedad, que nos parece imposible mirar hacia atrás, tratando de recuperar
algo del pasado para poder tener más esperanzas en el futuro, pero es muy
difícil, ya que en la medida en que la sociedad se tecnifica, el humano se
reduce en función, valor y perspectiva.
Esto nos lleva a que
vivamos una realidad donde no está claro que, si es ficción o la realidad
misma, o es una mezcla de ambas, que nos llenó un vacío de esperanza que antes
habíamos perdido.
Hoy en día domina la
ilusión de vivir más al igual que el tener más, competimos más con nosotros que
con otros que están en la misma carrera, aunque con diferentes metas y
distintos alicientes, pero todos quieren llegar a su meta individual.
Jugamos a la
exploración de tierras lejanas en busca del conocimiento, antes eran
expedicionarios, hoy son turistas, pero la diferencia de fondo es que antes
querían controlar lo que descubrían, hoy el descubrimiento nos domina a
nosotros a través de falsas ilusiones de paraísos perdidos, islas exóticas,
playas salvajes y muchos imaginarios más que se pueden contratar por un tiempo
para así lograr un período de éxito.
La ocupación del
territorio y sus bienes por parte del turismo es la colonización post-moderna,
ya que esta actividad se ha transformado en una de las metas más deseadas por la gente, que busca nuevas oportunidades en un mercado
cada vez más plano desde la injusticia social, cada vez más precaristas o
marginales del mercado, ese centro del placer-poder que mueve el mundo.
No hay botines de
riqueza física, los hay espirituales, mentales, nuevas aspiraciones a compartir
el paraíso por un corto plazo, o sea, hemos reemplazado el atesoramiento por
objetos coleccionables, pero no para exhibir en una repisa con vidrio sino para
publicar en un diario sin más editor que el propio sueño que se vende a sí
mismo.
Hoy, las experiencias
de vivencias y de imágenes del turismo se han transformado en verdaderos tesoros
para el explorador-viajero, que a su vez deja una huella profunda de sus
andanzas, gustos, aspiraciones y elecciones, eso que hace poco no era significativo
y hoy es el nuevo oro, los datos personales.
Tenemos el impulso a
traspasar los límites en la vida humana, ir más allá de lo posible, y por ello
comenzamos por nosotros mismos con la expiración en el cuerpo a través de
cirugías plásticas para tener una juventud que ya había pasado, concepción
artificial para superar las limitaciones naturales de ciertos cuerpos o los
trasplantes que de apoco nos van acercando a los ciborgs.
El tiempo es finito
para el hombre, pero el espacio aparece como infinito en la línea del
horizonte, lo cual nos cambia la perspectiva, ya que el tiempo se extiende en
el espacio, en el dinero o en los bienes, y estas extensiones se dan por
separado, según el camino que tomamos.
Con la colonización,
coincide la extensión del tiempo en el espacio y en los bienes, que logramos
controlar desde tierras a yacimientos, u otros elementos de valor, que “no
tienen dueño” o simplemente no los queremos ver.
Con el turista la
extensión es en el espacio y en los rastros que quedan en la memoria y nos
permiten construir nuevos futuros imaginarios, yaque los suvenires o las
fotografías son la prueba de que el hecho ha existido, el paraíso es real.
El movimiento es la
forma más simple de ocupación con el propio cuerpo, que ocupa más cuando se
mueve que cuando está quieto, es allí que el espacio que un ser humano ocupa
depende del espacio que recorre y el tiempo que le ocupa, cada vez más
intensivo y más corto ante una sociedad inestable, donde todos somos prescindibles.
Las ansias de ir
lejos, conocer más culturas es extenderse fuera de los límites del cuerpo que es
el principio de toda expansión: expedición, turismo o viaje y la ocupación del
territorio es el proceso por el cual el espacio es ganado y convertido en
territorio colonizado o expropiado y apropiado.
Apropiarse es una
manera de colonizar que no precisa de ocupación física del espacio, pero ésta es
su consecuencia, un ejemplo lo son en la actualidad las ocupaciones
urbanísticas, donde la carretera o calles imponen reglas por las cuales seguirá
la edificación, el espacio está vacío pero regulado, o sea, ocupado.
La colonización es
un movimiento, una forma de ocupación, y por ello es una expansión que
prescinde del tiempo y da prioridad al espacio. Los viejos conquistadores juntaban
territorios bajo su control; la colonialidad moderna no necesita de espacio al
cual lo maneja porque controla sus pobladores a partir de reemplazar su idioma
original por el del colonizador y por más que no gobierne ejerce el poder, eso
es el colonialismo.
El turismo es un
ejemplo muy claro porque adecua el territorio y la población como un escenario
para una obra diseñada para hacerla atractiva a los visitantes, la región se
vacía de contenido propio, identidad y se llena de contenido fabricado para
hacerlo atractivo, al transformar la realidad en un gran cuento, como son hoy
los parques temáticos.
La expedición es un
desplazamiento colectivo, y le da más importancia al tiempo que a la distancia,
en tanto que prioriza el descubrimiento sobre la posesión, por ello los
primeros viajeros de los imperios valorizaban tanto el poder lograr identificar
la ruta sin invadir, para luego volver y poder lograr ganar sin que se vea como
un despojo, sino como un acto de comercio.
El humano rompió las
ataduras con su tierra cuando logró tener barcos seguros, caminos transitables
y rutas trazadas, ya que no se trataba de apoderarse de nada porque el
movimiento es una forma de ocupación humana, pero, sin embargo, esta experiencia
se valorizó y allí comienza la mundialización, un mundo interconectado que, siete
siglos después, se plantea como mundo globalizado.
Por ello, lo que ocupa
el espacio y el tiempo es la expansión del conocimiento, como una forma de
crear un producto que será mundialmente atractivo: la ruta de las especies, la
ruta de la seda, la ruta del café, del caucho, de los bacalaos y muchos más
descubrimientos que transformaron al mundo y lo hicieron más pequeño para el
humano.
El turismo es una
forma de apropiación sin ocupación y se diferencia de la colonización porque ésta
es a nivel colectivo y el turismo a nivel individual. Los países son
colonizados y son convertidos en recursos para vacaciones y el dinero regresa poco
a poco en forma de turismo, la ruta nueva es el camino y la repetición de ésta
construye un destino.
Los lugares colonizados
en estas últimas décadas fueron colonias de los colonizadores, como el Caribe,
que era un verdadero infierno para los africanos llevados por la esclavitud
para producir la caña de azúcar, en medio de grandes epidemias tropicales, que luego
se fueron dominando y cuando el modelo colapsa a mitad del siglo pasado, entra
el turismo, que transforma el infierno en paraíso, lo prístino en edén, todo
reconstruido para poder imponer una marca y un modelo propio.
Así es como los
países para los turistas se reducen a una serie de marcas que son visitadas, “landmarks” marcas nacionales y humanas,
que se complementan en la nueva narrativa de verdad falsificada.
La falta de tiempo,
la semana turística es corta, y es necesario que sea así para que no se devele
el engaño, el rito no es sino representación, lo auténtico o está en otro sitio
o ha desaparecido, la nueva realidad no es una copia, sino una narración de lo que
existió, endulzado con la aventura y no con la desventura de los esclavos.
Por ello es que el pasar
más rápido por cada lugar no solo permite ver más sitios, tener “más
experiencias” sino también es no verlos bien, justo para sentirse encantado y
no defraudado. El turista es como el amante fugitivo que abandona cuando se
está enamorando.
La falta de tiempo
está planeada para la experiencia satisfactoria, así el paquete turístico es
rentable: la “experiencia” y el turista se queda con las ganas de una nueva
visita al paraíso y eso lo hace más atractivo a este destino.
El turismo pretende
viajar lo más lejos en el menor tiempo al costo más bajo, por ello el turismo
es como la vida, lo que falta es tiempo, y el turismo toma ventaja de esa
condición, y potencializa la dupla “ocio-negocio”
La fotografía trae
al objeto o sujeto que está en la distancia a nuestra imaginación, porque es el
ansia de lo real sustituido hasta el agotamiento, y el del presente postergado
hasta la saciedad por su promesa, lo que nos lleva a la impotencia para vivir
lo que ocurre cada momento.
Por ello es que disfrutamos
más de aquello que sabemos que va a quedar registrado porque sabemos que su
tiempo no tendrá fin y construir el futuro es ante todo vivir el presente, con
las selfis. La incapacidad de disfrutar
de lo que no tiene proyección forma parte de nuestra cultura, ya que somos educados
para llegar a ser y no ser y por ello es que no tenemos la capacidad de vivir
de una manera no proyectada.
Necesitamos creer
que hemos encontrado la perfección y de allí la urgencia de pruebas, aunque sea
mintiendo, de allí la razón de que exista la fotografía. La falta de verdad más
que la mentira es parte de la imagen fotográfica, ya que la foto es siempre una
parte nunca está entera, es un segundo no el tiempo.
Por ello para
Baudrillard, la fotografía es como el chasco de todo acto de fascinación y es
que el proceso de calificación y ordenación del cuerpo, para seleccionar lo que,
en el encuadre, implica un rechazo a la otra parte. El retrato que no tiene
fondo o referencia, se re-contextualiza, pero fuera del entorno visual.
Una fotografía
significa la separación del plano vivencial del icónico y, por ello, a fuerza
de fotografía el mundo fotográfico se toma como el real y la imagen construida
supera a la misma imagen, pues hubo un momento en su creación en que nos
olvidamos de que estábamos creando una imagen para crear una realidad, aunque
estuvimos en otra realidad. cesaralfredo552@gmail.com
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