¿Y
de qué vale recordar el pasado cuando no soy en absoluto capaz de escaparme de
mi mismo? Fíodor Dostoyevski.
Alfredo César Dachary, Mx
En el mundo
empresarial emergió con el siglo XXI una nueva demanda, la de la legitimidad
social, que consiste en una variedad de requisitos de conformidad con valores y
prácticas sociales importantes que no son, salvo excepciones, legalmente
exigibles ni precisas a priori, pero sí tienen sanción social o política.
Ante la ausencia de
reglas claras y de información fiable, esta nueva prioridad fue ocupada por el
ranking, los premios y las certificaciones, que son formuladas como veredictos
que emiten una variedad de nuevos actores: consultorías especializadas,
instituciones, ONG´s nacionales e internacionales, asociaciones empresariales,
que tienen la característica común de nominarse escudriñadores, demandantes de
información y buscadores de la máxima exposición de sus juicios.
Esto que ha pasado
de ser una buena práctica a integrarse en la burocracia oficial a través de
institutos especializados y oficinas específicas de las Secretarías, es lo que
hoy se denomina el “capitalismo de cristal”.
Pero
esta práctica, inicialmente de orden moral y ético que forma parte del arsenal
estratégico del sistema para buscar legitimaciones perdidas, tiene también una
cara oscura y es que se emplea la transparencia como herramienta de control y
dominación social.
Las marcas que el
capitalismo de ayer, hoy y siempre deja en los cuerpos, las máquinas y los
mecanismos de producción, acumulación e intercambio y consumo de mercancías, un
formato infantil que está en la base de las prácticas relacionales cotidianas y
constituyen los puntos cardinales que orientan la vida en el capitalismo de
cristal.
La transparencia de
nuestras limitaciones, dudas, miedos y ambiciones las hacemos realidad en redes
sociales, o sea, como especie vamos dejando un rastro por el que nos pueden
seguir para poder encantarnos con algo más para consumir, o una idea para
invertir u otro elemento que la vasta gama de oferta de la sociedad del consumo
hace posible.
Esta es la fuente de riqueza de Google que se
atribuye la función y el derecho para rescatar todo lo que hacemos o pensamos,
sobreponiendo la memoria humana y la tecnológica, y nuestras ideas se
transforman en mercancía en el mercado mundial del marketing, en el control
policial y en los mecanismos de guerras virtuales que ya están siendo
implementadas y muchas cosas más.
El muro de Facebook
es la cruda metáfora del vínculo entre la conciencia y los bajos fondos del yo,
es el “confesionario moderno” de cara al círculo social que tiene el derecho a
acceder, divertirse o disfrutar de nuestras intimidades; el último muro que
derribaron las tecnologías, lo privado.
A la par memoria/olvido
y la mirada se dan cita en el IPad. Ya que éste representa la metáfora más
acertada para pensar y pensarnos. El estuche natural es la mano, de la angustia
oral a la ansiedad táctil, con la insistencia celosa del neurótico más
obsesivo, hemos pasado de llevarnos a la boca el cigarrillo a desbloquear el
móvil entre 80 y 150 veces al día, según un análisis del portal tecnológico
CONECTOCA del 28 de abril de 2016.
Y es que cristal y
transparencia son un matrimonio de conveniencia de dicho y, de hecho, que han
dado magníficos resultados en las complejas funciones de control y dominación
social; son los escenarios habituales de la tragedia denominada “antidemocracia”,
el contenido lo da el segundo apellido, ya sea global, neoliberal u otro.
La principal virtud
del capitalismo es una condición natural: su fantástica estrategia adaptativa y
uno de los ejemplos más emblemáticos de estos tiempos, lo dio el economista
inglés Paul Mason que afirma en su libro “El post capitalismo”, que el
neoliberalismo es un ejemplo de dominación perfecta ya que logró que la gente
consuma más (deba más) con menos salario.
El capitalismo de
cristal es frágil como todo lo de cristal y por ello es propenso a quiebras
nacionales e internacionales, pero siempre llega el que realiza los cuidados
intensivos: rescates financieros o amnistías fiscales. Es quebradizo por ello propenso
a fakenews y hackeos, inicialmente la excepción y hoy la regla, ya que el mundo
necesita vender una imagen diferente a la real para poder sobrevivir.
Hoy, el capitalismo
de cristal no crea nuevas grandes máquinas, sino que despide esa época que era
“sólida” con nanotecnología que no se ve, la nube y similares, todas muchas
veces más potentes que las grandes máquinas de la Revolución Industrial; es la
era de la sociedad líquida.
El capitalismo de
cristal, lo es a su vez del entretenimiento, ya que se logró romper la barrera
entre tiempo de trabajo y el descanso, y uno de los nuevos y más importantes
agentes de este modelo lo son los turistas. Viajar es más un juguete que un
juego, del que se desprende como una insólita protuberancia el tipo ideal de
acción racional con arreglo a fines, un turista con denominación de origen que
transita circuitos sin pérdida de ida y vuelta, disfrazando su inquietud errante
con máscaras de frenesí y excentricidad, se trata de “nuevas experiencias”.
Pero los juguetes
del nuevo capitalismo son muchos, aunque de excelencia se destacan tres: el
automóvil, el reloj y el celular, inicialmente de difícil acceso y hoy
masificados ante el consumo acelerado, que deja fuera a muchos de ellos y eso
se transforma en consumo popular.
El automóvil es el
líder carismático que conserva una autoridad ganada a golpe de petulancia y
velocidad, hoy con muchas opciones que lo hace asequible a importantes masas de
la sociedad, pero también es la expresión de la gran asimetría porque los hay
de precios impensables a otros de muy bajo y que se logran masificar.
El reloj, para
algunos la primera máquina que controló al hombre al marcar los tiempos de
trabajo y de descanso, hoy ha derivado en un fetiche de alta gama que no ha
dejado de tener importancia social, aunque tiende a ser reemplazado por el de
los celulares.
El teléfono móvil,
artilugio auto-erótico que forma ya parte del propio organismo y se eleva como
cabestro que engrandece la conciencia por las calles relacionales del
inconsciente social.
Freud sugiere que el
hombre ha llegado a ser un Dios con prótesis, magnífico cuando se coloca los
artefactos, pero éstos no han crecido de su cuerpo, es la parte autonomizada de
un todo que entonces altera y al que puede llegar a sustituir.
Desde el 2008, año
que se inicia la crisis hasta 2018, fue definida como la sociedad gaseosa “una
sociedad formateada por un capitalismo que todo lo evapora encerrado en una
olla a presión”. Pero ahora se ha transformado nuevamente en el capitalismo de
cristal, cuyo destino es incierto, aunque ya muchos le auguran un final.
Lo que viene son grandes
retos, como poder aterrizar una sociedad más justa, que brinde oportunidades y
no sublimice las amenazas con la robotización ya avanzada, pero que se transforma
en una amenaza no solo por la pérdida de los puestos de trabajo, sino por el
papel del ser humano, como suplementario en una sociedad tecnológica,
controlada por un grupo minoritario de humanos y grandes máquinas.
Se podrá evadir el
muro de Facebook, la sensualidad del celular, la velocidad de los medios y el
vacío de los sujetos cada vez más individualistas, que no han comprendido que eso
es hacerle el juego al nuevo sistema hiper-tecnológico, con el planeta al borde
de una crisis profunda y sin ideas para alterar este camino aparentemente
directo a un colapso.
Cada época posee una
serie de particulares, marcas características y objetos fetiche privilegiados
de variaciones cromáticas y humores mejores o peor llevados, de idearios de
colección personal y obsesiones de imaginarios colectivos, de formatos sublimes
y formas de hecho que se relacionan entre sí con los acontecimientos de la historia.
Cada forma del mundo
capitalista posee un cuerpo general de signos a los que se aferra para
estimularse y reproducirse y de cada una de ellas emerge una sensibilidad
particular. De allí el reto de un proceso de cambio, contra un sistema que ha
logrado permear todo bajo sus ideas e imaginarios, un reto excepcional pero posible.alfredocesar7@yahoo.com.mx
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